La cultura celta ha dejado una huella indeleble en Galicia, convirtiéndola en una de las regiones de Europa donde esta civilización antigua sigue viva en tradiciones, mitos, y paisajes. En medio de los verdes valles y montañas, no solo se respira un aire lleno de leyenda, sino que los vestigios celtas están entrelazados con la identidad gallega. En lugares como Samos, la esencia celta sigue viva a través de monumentos históricos, costumbres y la naturaleza misma.
El legado celta en Galicia
Los celtas llegaron a Galicia alrededor del siglo VIII a.C., trayendo consigo una cultura basada en el respeto a la naturaleza, la adoración a los elementos y una estructura social tribal. Aunque los romanos dominaron la región más tarde, los celtas dejaron tras de sí un rico patrimonio cultural que sobrevivió a lo largo de los siglos. Galicia se diferencia de otras regiones de España en parte por ese carácter celta que impregna su cultura y que ha sido preservado de generación en generación.
Uno de los símbolos más reconocibles de la influencia celta son los castros, antiguos asentamientos fortificados que datan de la Edad de Hierro. Estos poblados circulares de piedra, situados en colinas estratégicas, representan el corazón de las comunidades celtas. Aunque algunos han sido destruidos por el paso del tiempo, otros se conservan en perfecto estado, como el Castro de Santa Trega y el Castro de Baroña. Aunque Samos no cuenta con un castro específico, la geografía de la zona nos traslada a un pasado en el que estas fortalezas dominaban el paisaje.
La conexión con la naturaleza
Para los celtas, la naturaleza no era solo un escenario, sino una parte intrínseca de su vida diaria y su espiritualidad. Adoraban a los dioses a través de los ríos, montañas y bosques, creían en la energía que emanaba de la tierra, y celebraban festividades ligadas a los ciclos naturales. Este legado espiritual se refleja hoy en la relación que los gallegos tienen con el entorno rural, donde la vida gira en torno a la tierra, el agua y las estaciones.
Samos, ubicado en el corazón de Galicia, es un lugar perfecto para experimentar esta conexión con la naturaleza. Rodeado de frondosos bosques y montañas, el visitante puede sumergirse en la atmósfera que probablemente inspiraba a los antiguos celtas. El Valle de Lóuzara es un ejemplo de la exuberante belleza natural que los celtas habrían considerado sagrada. Sus senderos ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, una noción central en la cultura celta.
Mitología celta: leyendas que perviven en Galicia
La mitología celta ha alimentado muchas de las leyendas gallegas actuales. La creencia en el más allá y en la existencia de portales a otros mundos a través de la naturaleza está presente en numerosos relatos. Uno de los mitos más conocidos es el del camino hacia el Otro Mundo, donde el alma del fallecido emprende un viaje al oeste, simbolizando el fin del ciclo de la vida y la entrada a una nueva dimensión. Galicia, con su ubicación en el extremo occidental de Europa, se convirtió naturalmente en el escenario de este tránsito simbólico.
En Samos, esta creencia resuena particularmente por su cercanía al Camino de Santiago, una ruta mística que desde tiempos inmemoriales ha sido un sendero de peregrinación no solo para cristianos, sino también para quienes buscan una conexión espiritual con el paisaje y la historia. El Monasterio de Samos, aunque de origen cristiano, guarda en sus muros ecos de estas antiguas creencias celtas sobre el viaje, la muerte y la espiritualidad.
Símbolos celtas en Galicia
Uno de los símbolos celtas más reconocibles es el trisquel, una espiral de tres brazos que representa la tríada de la vida: nacimiento, muerte y renacimiento. Este símbolo está presente en toda Galicia, desde la artesanía hasta la joyería, y es un recordatorio del respeto que los celtas tenían por los ciclos naturales. El torc, una especie de collar o anillo que los celtas usaban como símbolo de estatus y protección, también ha influido en el diseño de joyería gallega moderna.
En Samos y sus alrededores, estos símbolos celtas se pueden descubrir en los mercados de artesanía local, donde se venden productos inspirados en estos antiguos motivos. La preservación de estos símbolos en la vida cotidiana refuerza la identidad celta de Galicia y ofrece a los visitantes la oportunidad de llevarse a casa un pedazo de esta herencia cultural.
Festividades celtas que sobreviven
Las festividades celtas también han dejado su impronta en el calendario gallego. La más significativa es el Samhain, una celebración celta del fin de la cosecha y el comienzo del invierno. Con el tiempo, esta festividad se transformó en el actual Magosto, una fiesta que celebra el final del otoño con castañas asadas, hogueras y música tradicional. Esta tradición aún se celebra en muchas localidades de Galicia, incluida Samos, donde los habitantes se reúnen para disfrutar de la castaña, un fruto clave en la dieta de los antiguos celtas.
Samos como reflejo del legado celta
Aunque Samos es más conocido por su monasterio y su papel en el Camino de Santiago, la influencia celta está presente en su entorno natural y en las tradiciones de la zona. El espíritu celta, basado en la conexión profunda con la tierra y el respeto por los ciclos de la vida, es palpable en los paisajes de Samos. Desde las montañas que se elevan majestuosas hasta los ríos que serpentean a través del valle, este rincón de Galicia sigue siendo un reflejo vivo del antiguo mundo celta. Si quieres impregnarte de todo ello y vivir una experiencia única, no dudes en alojarte en A Casa da Botica.